Misterio y secretismo llegan a su fin: Doctor Rojas, una historia apasionante


Misterio y secretismo llegan a su fin: Doctor Rojas, una historia apasionante
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Pierre Monteagudo, autor e investigador del libro Expediente Rojas, nace en 1968, en el seno de una familia de investigadores de fenómenos científicos. En su etapa de estudiante en Aguilar de Campoo, en Palencia (España), desarrolla su pasión por la redacción y la lectura. A los trece años se marcha a hacer las Américas. Su carrera profesional transcurre en ciudades como Caracas, Maracay, San Cristóbal, Valencia (Venezuela), Bogotá (Colombia) y New York (Estados Unidos), hasta convertirse en experto comercial, a la par que se gradúa como Licenciado en Contaduría Pública (Económicas) en la Universidad de Carabobo (2000).

Desde 2002 vive en España. Durante diez años trabaja como Director Comercial en su empresa de economía e integración social. En los últimos años, ha desarrollado una amplia investigación sobre la vida profesional del primer astrofísico venezolano, el doctor Héctor R. Rojas, al que conoció en vida. En la actualidad, compagina su actividad como docente de formación profesional con su vocación de divulgador científico, articulista de opinión para varios medios de comunicación y promotor de talento ajeno. Toda la información disponible en: www.expedienterojas.com

Pregunta: Describe usted en su investigación el trabajo de una persona cuyo objetivo era ayudar a la humanidad a avanzar. Esa vocación de servicio, empero, acabó sepultada por el peso de la burocracia, la mediocridad y los intereses. ¿Qué hizo mal el doctor Rojas para granjearse tantos enemigos?
Respuesta: El doctor Rojas fue muy ingenuo. Pensó equivocadamente que los burócratas le permitirían divulgar sus propios inventos a favor de la democratización del conocimiento científico, chocando de frente con los intereses del Departamento de Estado americano, dirigido por Henry Kissinger, en la época de los hechos narrados en mi libro Expediente Rojas.

El primer astrofísico venezolano graduado con los máximos honores en la Sorbona de París, era un patriota. Héctor R. Rojas quería que sus inventos y descubrimientos, logrados antes y durante su etapa de trabajó para el Gobierno estadounidense, en la NASA, desde 1966, fueran compartidos con su país, Venezuela. Su deseo claro, diáfano y transparente, era poder dictar conferencias en Universidades de Europa y Latinoamérica para difundir el conocimiento. Por su parte, las entidades involucradas intentaron en vano comprar con dinero los descubrimientos del científico. Ante la negativa del doctor Rojas, los mediocres, motivados por intereses inconfesables, actuaron, cometiendo auténticas atrocidades contra el hombre de ciencia.

La extraordinaria mente del doctor Rojas desarrolló un método matemático avanzadísimo para la época y sin el apoyo de los medios tecnológicos de que disponemos hoy en día. ¿Fue esa inteligencia tan avanzada su mayor virtud y su mayor defecto?
La mayor virtud del doctor Rojas, fue tener siempre una voluntad de hierro que le sirvió para sobreponerse ante la adversidad, llegando a convertirse en un activo de la ciencia en el mundo occidental. De hecho, si no hubiera sido por su desencuentro con los estadounidenses, si el doctor Rojas, hubiera tomado los dólares que le ofrecieron, como pago por sus inventos, habría recibido el Premio Nobel, para el que fue propuesto y luego vetado por el Gobierno de Estados Unidos.

La inteligencia prodigiosa de Héctor R. Rojas fue el valor añadido que le permitió destacar como profesional en todos los centros de conocimiento en los que desarrolló su actividad científica; en el Observatorio Astronómico de París – Meudon, en Francia, un país que Rojas amaba. En el Tecnológico de Monterrey, en México, donde fue profesor – investigador, en la Institución Carnegie de Washington, a través de cuyos telescopios observó las estrellas azules y en la NASA, donde aplicando su mayor descubrimiento, El Método Rojas, determinó el lugar idóneo para el aterrizaje del Apolo XI. Con ello, logró reducir a la mínima expresión el riesgo para la vida de los astronautas de ese histórico primer alunizaje tripulado. He podido comprobar que la vida profesional de Héctor R. Rojas, ha sido borrada en Estados Unidos y Venezuela.

Rojas, cuando regresó a Venezuela, era un hombre enfermo de cuerpo y mente. Usted sugiere que fue manipulado para doblegar su voluntad y cortocircuitar su brillante cerebro, y algunas pruebas que aporta en el libro así parecen corroborarlo. La pregunta es ¿pensaba el Departamento de Estado que podría entregar a los rusos sus descubrimientos o simplemente es que Rojas se había convertido en una figura molesta por su exceso de conocimiento?
Hay que recordar que los hechos suceden durante la Guerra Fría, que enfrentó a las dos potencias, Estados Unidos y la URSS. En ese contexto el doctor Rojas recibió el encargo, por parte del Presidente de la República de Venezuela, Dr. Rafael Caldera, de viajar en secreto a Moscú. Esto sirvió de excusa a funcionarios sin escrúpulos para retenerlo, cuando tiempo después visitó Washington D.C., para entrevistarse en el Departamento de Estado, con individuos identificados, que tenían orden de informar todo lo acontecido a Kissinger.

Por ello, estoy convencido, luego de años de investigación, que las órdenes para cometer las atrocidades contra el doctor Rojas, procedieron de la Secretaría de Estado. Documentos desclasificados recientemente permiten inferir la participación directa de H. Kissinger como autor intelectual. Sobre la naturaleza de las viles acciones contra el astrofísico venezolano, solo diré que fueron causa de secuelas permanentes, daño cognitivo severo y pérdida de memoria selectiva, sin que los médicos venezolanos que lo atendieron cuando Rojas fue devuelto a su país, pudieran precisar la causa. ¿Se usaron medicamentos, drogas experimentales, tecnología militar para borrar recuerdos, electrochoques, o todo junto? A esta cuestión, debe responder el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Presenta usted al doctor Rojas como víctima de una enorme conspiración encaminada tanto a ocultar su trabajo como a impedir que pudiera continuar lo que había iniciado. ¿Tan importante y decisivo era un científico venezolano que carecía de apoyos políticos?
Quienes financian a la NASA, obligaron al brillante científico a desarrollar aplicaciones de uso militar a partir de sus investigaciones. Una vez que los estadounidenses lograron obtener del doctor Rojas la tecnología armamentística, se apropiaron de ella, y el astrofísico paso a ser un estorbo, prescindible y riesgo para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos, según un pequeño grupo de paranoicos que están presentes en las instituciones americanas de todas las épocas. Efectivamente, pero sin ningún fundamento, funcionarios estadounidenses pensaban que el doctor Rojas podía revelar el secreto de cierta tecnología de uso militar, a los rusos.

Amplia información en: www.expedienterojas.com y canal YouTube: Expediente Rojas.

Vídeos
Lista de reproducción del canal Expediente Rojas en YouTube.
La increíble historia del doctor Rojas despega a bordo de un cohete Saturno V.

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