La nutricionista Sara Jiménez aporta a continuación pautas y consejos para conseguir una pérdida de peso constante y duradera, basada en el cambio de hábitos y la consecución de una alimentación saludable. La nutricionista afirma que no es complicado ponerse a dieta y lograr los resultados que se buscan, aunque lo más recomendable es "eliminar de la mente la palabra dieta. Se trata de un concepto que tiene muchas connotaciones negativas y que lleva consigo el sentimiento de frustración, sufrimiento, pasar hambre y no tener vida social. Si se consigue cambiar la mentalidad y pensar en comenzar un estilo de vida más saludable, en el que la buena alimentación será la protagonista, se consigue un paso de gigante".
El principal consejo para comenzar una alimentación saludable es alejarse de cualquier persona, producto o dieta que prometa resultados rápidos y fáciles, porque no funcionarán a largo plazo. Se trata de dietas o productos milagro que se aprovechan de la desesperación de las personas para ganar dinero y lo hacen a costa de la salud de los demás. Los desajustes de metabolismo que provocan este tipo de dietas pueden provocar graves problemas de salud a largo plazo.
Llevar una alimentación sana es más sencillo de lo que parece, afirma Sara. La base alimentaria de cada persona debe estar compuesta por alimentos de origen vegetal, como las frutas, las hortalizas, las verduras, las legumbres, las semillas, los cereales integrales o los frutos secos. Partiendo de esta base, y si se desea completar, se pueden incluir lácteos de calidad (leche, yogur natural y queso), huevos, carnes y pescados frescos o mínimamente procesados. En España, la grasa por excelencia que se debe consumir es el aceite de oliva virgen extra, tanto en crudo como para cocinar. La bebida diaria debe ser agua.
Uno de los problemas de la sociedad actual es la falta de tiempo, que afecta directamente a la calidad de la alimentación, que muchas veces se carga de productos ultraprocesados, altamente dañinos para la salud. A la hora de hacer la compra, lo más interesante y la mejor opción es hacer la compra en un mercado, donde los productos son frescos, locales y de temporada; pero si no existe otra alternativa, en el supermercado se pueden identificar estos productos procesados para no comprarlos.
Se debe desconfiar de la parte delantera del producto porque está cargada de reclamos publicitarios que intentan llamar la atención del consumidor para que lo compre.
La parte más importante y donde se tiene que poner especial atención es en la lista de ingredientes. Aquí se muestra la calidad de los mismos y aparecen por orden de cantidad, es decir, que los primeros ingredientes de la lista son los que están en mayor proporción en el producto.
El principal consejo, según la nutricionista, es evitar aquellos en los que el azúcar esté presente en los primeros puestos, al igual que las harinas refinadas o las grasas de mala calidad.
A la hora de hacer la compra, deben primar siempre los producto vegetales, que deberían constituir la base de la alimentación, por lo que en la cesta de la compra no pueden faltar las frutas, las verduras, las hortalizas, las legumbres, los cereales integrales o los frutos secos naturales o tostados. Además, si se quiere completar, se pueden incluir lácteos de calidad y huevos. En cuanto a las carnes y pescados, se deben evitar los procesados como las hamburguesas preparadas, las salchichas, el embutido, los palitos de pescado rebozado o el surimi.
Desmontar los mitos erróneos y ampliamente aceptados por la población es otra de las tareas fundamentales de los nutriconistas, destaca la profesional. Entre ellos, destaca por derecho propio la creencia generalizada de que hay que contar las calorías de lo que se come: la población, en general, siempre ha tendido a fijarse en la cantidad de calorías que estaba ingiriendo, sin poner especial atención a la calidad de su comida. Con ello, la Industria alimentaria ha sacado partido y ha sacado al mercado productos bajos en calorías pero con poca calidad nutricional, como por ejemplo los refrescos cero, bollería baja en calorías o snacks para reducir la línea.
"Se debe primar la calidad de lo que se come, no la cantidad" afirma Sara Jiménez, "y con ello, se debe leer antes la lista de ingredientes de cada producto que se introduce en la cesta de la compra". El hecho de que un producto sea light no garantiza que sea más sano que otro. Para que un producto sea catalogado como light debe cumplir dos premisas obligatorias; una de ellas es que debe existir un producto homólogo original, es decir, que para que exista un refresco light, se debe encontrar ese mismo refresco original. La segunda premisa es que se debe reducir un 30% las calorías con respecto a ese producto original.
Sin embargo, con ello, no se está garantizando al consumidor que sea más saludable. Un ejemplo de ello es una lata de refresco de cola original que tiene 35 gramos de azúcar; un 30% menos de esa cantidad, que es lo que tendría el refresco light, sigue siendo un producto con mucha cantidad de azúcar. Al igual que la mayonesa tiene gran cantidad de aceite refinado de mala calidad en su composición, una mayonesa light, con un 30% menos de ese mismo aceite refinado, sigue siendo mucha cantidad.
Fuente Comunicae
